A comienzos de los años 90, se produjeron reformas que cambiaron el paronama de la comunicación hasta nuestros días. Aquellas empresas dedicadas a un sector, empezaron a fusionarse con otras dedicadas a los negocios de telecomunicaciones y la informática. Con lo cual, se produciría, una alta concentración mediática y esto iría en detrimento de la pluralidad informativa. En un reciente estudio realizado por la Universidad de Columbia y titulado "El Estado de los medios de comunicación 2004", informaba sobre el predominio de las corporaciones en el total de medios y su audiencia. Así pues, el 70% de los periódicos diarios norteamericanos están en manos de veintidós empresas, mientras que las treinta principales cadenas locales pertenecen a los grandes conglomerados.
Su único objetivo es fusionarse, y tener más presencia en el mercado tanto nacional como internacional. Pero este crecimiento no hubiera sido posible fundamentalmente, sino hubiera contado con el benéplacito del poder ejecutivo, el cual permitía que los grupos realizaran prácticas al margen de la ley.
Asimismo, las grandes corporaciones son conscientes de los grandes beneficios que presenta la globalización, proceso de intensifación de relaciones comerciales, políticas y económicas. Las grandes corporaciones y multinacionales transladan los centros de producción a países en vías de desarrollo, donde existen una exigua legislación laboral y la mano de obra es barata, mientras que en el primer mundo permanecen las grandes oficinas, dónde se realizan las tareas restantes. Se puede comprobar como empresas dedicadas a la elaboración de balones, tienen su sede en la India, donde son los niños los encargados de elaborar el producto. Otro caso claro, es como Amanzio Ortega, accionista de Inditex, ha transladado su planta de producción al norte de África. O bien como Teléfonica ha desplazado sus servicios de teleoperadores a Marruecos, donde paga sueldos más bajos. Como consecuencia de esto, los derechos de los trajadores se están viendo mermados, y muchos deciden trabajar más horas, para que las multinacionales no se marchen.
La burbuja mediática tuvo una consecuencia negativa, muchos han contraído deúdas millonarias y se han visto obligados a vender parte de sus activos, otros como el caso de Kirch ha desaparecido.
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